Carta de Isabella encontrada ayer en las escaleras de Montmartre, en París
Querida Manuelita. Te escribo desde París. Qué ciudad, amiga mía. Hoy por la mañana estuve en La Place de la Concorde. La arquitectura de las calles respeta las líneas al punto que sus avenidas podrían servir de reglas para ejercicios geométricos. Desde la plaza, redonda como trazada por un compás, se puede ver a lo lejos, con total claridad, la Torre Eiffel. Si se gira el cuerpo 45º, aparecen Les Champs Elysees, y detrás, perfectamente centrado, el Arco de Triunfo. Dando la espalda en la misma línea, comienzan los Les jardins des tuileries, con el imponente Museo Louvre como telón de fondo. Ese gran recorrido que va desde el Arco hasta el Louvre (unos tres kilómetros aproximadamente, cuya mitad está precisamente en La place de la Concorde) fue especialmente diseñado para la entrada triunfal de Napoleón Bonaparte –ese enano inteligente, engreído y conquistador- cuando volvía victorioso de la guerra. El obelisco que se alza allí, es uno de sus souvenirs traídos de Egipto...