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Mostrando entradas de abril, 2020

Una cierta libertad por estos días

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El domingo subí a la medianera de la terraza. Fue un día hermoso, observé el otoño desplegarse en los árboles.  En la quietud entreví cómo  pasa el tiempo a través de nosotros. Cómo lo hace con calma. A ritmo pausado, lento. Sentí que mi cuerpo, nuestros cuerpos,  todavía no habían llegado a ese pulso. Que cabalgan aún sobre los ecos del antiguo pentagrama de una vida que ya no existe más. De una vida que tenemos que doler que despedir que llorar. Fue un día extrañamente mágico, hermoso al caer la tarde. Percibí el silencio, la savia corriendo por las ramas, el aire moviendo las hojas. ¿Cómo puede ser entonces que horas más tarde el Monstruo Bobo me quite la vida, me quite el sueño? Hoy me acosté para olvidarme de la presión del Monstruo Bobo. Dormir era mi único consuelo. Y sentí, sentí en el cuerpo, cómo mi alma se acomodaba. Vengo sintiéndola bastante, mucho dialogar con ella a ojos cerrados. Se va buscand

Brote

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... y mientras tanto, mientras el mundo se desmorona y las crisis financieras comienzan a llevarse puesto el diseño de vida de más de media humanidad, mientras Italia y España despiden a una generación entera y el nuevo mapa deja entrever la caída del imperio americano; mientras me preocupo por la salud de mis seres más cercanos y escucho con angustia la insostenible situación en los barrios vulnerables; mientras lleno mi heladera con la comida que todavía podemos comprar y optimizo hasta lo impensable los trapos con los que limpio por enésima vez mi casa; mientras todo eso pasa, el carozo de mi palta, quieto durante meses, se puso en marcha y comenzó a crecer. Nació una nueva hoja, a la que en el encierro de mi locura le escucho decir que habrá una palta al final del camino. Y me repite - parece no le entendí bien - que no hay final de camino, que será hecho mientras tanto. "Se acabaron los pronósticos" me susurra al oído y me implora con mirada compradora pero imperativa