¿Te vas?
¿Te vas? ¿Te vas? ¿Y me dejás? Está bien. Andá. Andate nomás. ¿Qué te pensás, qué soy chirusa? ¿Que podés picártelas? ¿Mandarte a mudar así como así? ¿Por qué? ¿Hay otra? ¿Tal vez? ¿Quizás? ¿Otra que te consuela y que me deja acá, consolando yo al sillón que está vacío de ahí atrás? Ay, ay... Bueno, está bien. Andá... Pero después no vengas... no me vengas... Está bien. Andá... andá... Total, yo ando con ganas de quedarme acá, y parece que hay lugar, me puedo echar, tirar, rumiar como un gato o mugir como una vaca sentada en el sofá. Total vos ya no estás, ya no me importás.
Volviste, volviste... Roberto, estás acá. No sabés las ganas que tenía... De pegarte un sopapo ¿Por qué te fuiste? Decí. Hablá. Vamos, contá... O mejor, no. esperá... ¿Querés saber? ¿Querés saber qué hice este tiempo con Alberto? ¿Querés saberlo todo? Bueno, tomá... Él me refugió de la soledad que me abarcaba por completo, ¿sabés Roberto? “El que l