Lisboa
Hay un evento que llama la atención, por lo lejano y por lo presente. Si se está mínimamente atento, es algo de lo que uno va a enterarse más o menos enseguida. O lo escucha de alguien que hablando sobre otro tema lo menciona como detalle periférico, o lo lee en una placa señalada en algún muro. En 1755 en Lisboa un terremoto destruyó el ochenta por ciento de la ciudad. Hay carteles en varios lados que indican si un edificio fue construido antes del terremoto, o cómo, cuándo y quién lo reconstruyó. Cuentan que durante los seis minutos que duró, los que pudieron se acercaron a la costa porque ahí no se caía nada, y que cuarenta minutos después un maremoto gigante barrió en tres movimientos los pocos restos que habían quedado en pié. Durante los cinco días posteriores la ciudad ardió completamente en llamas. Imagen Hoy Lisboa es preciosa. Mirarla es ver plasmada la imagen que se tenía en la cabeza antes de conocerla. En los balcones de sus calles angostísimas con subidas y bajadas,...